_img_n2fpor Macarena Rojas-Abalos

 

Kate habla apresurado, pareciera que sus ideas van más rápido que sus palabras. Es que esta neurobióloga estadounidense tiene mucho que decir y hacer. “Llegué con una visión muy equivocada de la educación en este país”, relata sobre uno de los temas que le quitan el sueño.

Luego de trabajar en importantes laboratorios de Estados Unidos decidió, a fines de 2006, venir a Chile a desarrollar sus líneas de investigación. “Vi el potencial, tanto en los alumnos como en el desarrollo científico, que había aquí. Algo que para mí es muy importante”. Así, esta doctora en zoología de la Universidad de Washington se instaló en el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV), donde hoy lidera un laboratorio de neurociencias y en el que se abocan a descubrir cómo se desarrolla el sistema olfatorio del pez cebra.

Tras 10 años en nuestro país, Kate relata que los primeros periodos fueron difíciles y que su primer shock fue con la baja calidad de los estudiantes que llegaban a la universidad. “Traté de hacer cambios desde mi posición en la universidad pero me di cuenta de que hay que trabajar a nivel escolar. Cuando los niños son curiosos por naturaleza y uno puede ayudarlos para que ellos descubran el mundo”. 

Es así, como al poco andar decidió fundar Ciencia Al Tiro, un proyecto educativo que está dirigido a estudiantes de escuelas vulnerables entre 12 y 14 años. “Comenzamos con un grupo de estudiantes de doctorado en Neurociencia de la Universidad de Valparaíso que estaban muy interesados en la difusión científica. Hoy ya tenemos nuestro propio espacio, el Edificio Verde”, comenta.

La casona, ubicada cerca de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, fue comprada por la misma Kate para poder tener un espacio físico donde hacer los talleres. Ella fue quien la refaccionó con donaciones que amigos y familiares le mandaron desde Estados Unidos. Hoy, el Edificio Verde está equipado con paneles solares, laboratorios y vitrales que ella misma hizo.

Gracias a la pasión que invierte en sus proyectos esta investigadora ha sido reconocida en varias ocasiones por su trabajo en las escuelas públicas. Entre ellos destacan el premio de la Fundación Futuro y el premio de innovación en educación científica que entrega la Unesco junto a la Fundación Ciencia Joven, ambos en 2015.

 

¿Cuál es el método que utilizan para encantar a los niños con la ciencia?

Utilizamos una metodología basada en actividades prácticas, en la que los niños experimentan y van sacando sus propias conclusiones. Nuestra idea es motivar e introducir en ellos otra manera de pensar, basada en preguntas.

Con esto no digo que no sea importante la memorización de conceptos, para nosotros lo crucial es poder presentar la información de otra manera, que los chico puedan aprender mediante su experiencia y no memorizando datos escritos en una pizarra.

 

¿Cómo fue tu experiencia durante tu periodo como estudiante y cómo la comparas con Chile?

Acá el tipo de educación funciona con el ‘siéntate, cállate y copia de la pizarra’ y no se deja espacio para que el niño cuestione y reaccione solo. Ese es el paradigma que hay que cambiar. Lamentablemente cuando llegan a la universidad muchos ya perdieron la curiosidad y el entusiasmo, por eso quise trabajar con escolares.

Esa es una educación muy distinta a la que tuve en Estados Unidos, donde pude hacer una licenciatura en ciencia y arte al mismo tiempo, además de practicar violonchelo. De hecho fui muy premiada en arte. En definitiva recibí un tipo de educación que me permitió un desarrollo integral. Y a pesar de que en este momento no me dedico al arte, sigue siendo algo muy importante, hay muchos estudios que demuestran que en los ambientes en los que estas estudiando afectan tu actitud, lo que inevitablemente repercute en el aprendizaje. Si estas en un lugar feo, frío y estresante no te motivas y te deprimes. Por eso parte de nuestra idea es estar preocupados de que sean lugares lindos y de alta calidad, y esa es una de las gracias de nuestro centro de ciencia. Por ejemplo, hay cuadros del pintor Eduardo Mena, tenemos vitrales que yo misma hice y jardines, la idea es poner cosas que estimulen a los niños. Para mí la estética y la belleza son fundamentales para ayudar en el proceso del aprendizaje.

 

¿Cuál crees que es el rol que deberían tomar los científicos en la divulgación científica?

Nosotros cumplimos un rol fundamental. Los científicos debemos ser más amistosos y pro activos en temas de difusión. Debemos valorizar la enseñanza e invertir tiempo en ella. Debemos presentar la ciencia como algo entretenido y que les puede ser útil en su vida. Porque la ciencia es vida.

 

Mujer en Ciencia

Las inequidades de género en el mundo científico son conocidas, hasta la fecha sólo 17 mujeres han recibido un Premio Nobel en áreas científicas (química, física y fisiología o medicina) y en nuestro país tan sólo cuatro han recibido el Premio Nacional de Ciencias: La astrónoma María Teresa Ruíz en 1997, Ciencias Exactas, Cecilia Hidalgo en 2006, Mary Therese Kallin-Arrollo en 2010 y Ligia Gallardo en 2014, todas ellas en Ciencias Naturales.

“¡Estamos perdiendo científicas como locos! Es muy difícil ser mujer e investigadora en Chile”, relata con ímpetu. A su parecer es algo muy arraigado en nuestra cultura, “siento que mis colegas no tienen conciencia, aún no se espera que una mujer tenga reconocimiento en un área como la ciencia, lo que las desanima a seguir una carrera científica”.

Es por ello que para la Gringa de Playa Ancha, como algunos la apodan, el trabajar con niños de escuelas vulnerables es fundamental ya que disminuye la brecha educacional y ayuda a incentivar carreras científicas en niñas: “Yo quiero y necesito ver a más mujeres en ciencia, tanto en pre grado como en doctorado”, finaliza. 

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