por Macarena Rojas Abalos
“Se reclama mucho de que no hay espacio en la academia chilena pero también es esencial que cada investigador vaya trabajando individualmente con anterioridad en su retorno”
Reconoce que siempre ha sido muy curioso y que en el colegio fue un profesor quien lo introdujo en el mundo de la química. Sin embargo, fue un paper que su mamá le entregó mientras estudiaba para una prueba en 3° Medio la razón por la que decidió estudiar bioquímica. “En ese minuto no sabía que me estaba dando un paper, menos que era de una revista chilena. Su autor era Tito Ureta, un científico que pasó a ser clave en mi formación como investigador”.
“Cuando entré a estudiar bioquímica en la Universidad de Chile descubrí que el profesor Ureta seguía dando clases en la Facultad de Ciencias y decidí tomar un electivo con él. Al terminar el semestre le pregunté si podía ir a su laboratorio a aprender”. Es así como Wilson relata el comienzo de su carrera como investigador con quien fuera su profesor y mentor.
Terminaste el pregrado trabajando en el laboratorio del doctor Tito Ureta, donde terminaste muy bien evaluado y con dos papers, ¿por qué decides hacer el doctorado en Chile?
Decidí hacer el doctorado en Chile porque se comentaba que los estudiantes salían bien preparados, sin embargo, necesitaba conocer cómo se hacían las cosas fuera, algo que le comenté al doctor Ureta y él fue quien me contactó con un profesor en Texas que necesitaba un bioquímico por tres meses.
Ahí pude comprobar que afuera tienen mayor equipamiento pero la formación académica en nuestro país es muy buena y no tiene nada que envidiar a otros lugares.
¿Cómo te ayudó el viaje a Texas en tu formación posterior?
En Texas tuve la oportunidad de ir a una charla de un profesor de origen peruano, Carlos Bustamante, quien hablaba de fijar una proteína única. Yo jamás en toda mi formación había escuchado eso ¡fue espectacular! Como mi inglés era malo no estaba seguro si había entendido bien, pero un amigo me comentó que el profesor quería almorzar con “la mafia sudamericana de Texas”, así que no lo pensé dos veces y fui. Después me quedó dando vuelta, empecé a estudiar y a buscar literatura.
Luego en el doctorado empecé a trabajar en biofísica estructural con el doctor Jorge Babul y tuve la oportunidad de traer al doctor Bustamante a dar una charla a la Facultad. Ahí le conté en qué estaba trabajando y se nos ocurrió estudiar una de las proteínas que él estaba viendo individualmente. Por lo que toda la bioquímica de mi tesis la hice en Chile y luego el estudio de moléculas individuales la hice con él, en Berkeley.
¿Es por eso que decides hacer tu post doctorado en Estados Unidos?
Así es, en Chile el tema de moléculas individuales era nuevo y me tenía que formar muy bien, sobretodo en la parte instrumental.
¿Cómo fue esa experiencia?
Fue muy interesante y formadora, aunque también dura. Al principio me daba un poco de vergüenza hablar inglés pero después me di cuenta de que tenía que hacerlo para aprender. También está el hecho de que cuentan con más recursos, entonces es una ciencia que puede tomar más riesgos, por ejemplo hay fondos que te permiten investigar lo que quieras. Y académicamente es muy vibrante el asistir a una charla y encontrarte con los autores de los papers que has leído y con los expertos mundiales en temas y técnicas específicas.
¿Cómo fue tu retorno a Chile?
Por razones familiares siempre estuve muy conectado y trataba de venir por lo menos dos veces al año. Pero además, el profesor Bustamante inventó algo que se llama laboratorios gemelos, y lo que hacen es que como ya no pueden volver al país de origen porque su investigación y el laboratorio completo está armado, entrenan a un post-doc y ayudan a armar el laboratorio en el país de origen. La idea me encantó porque era poder aportar a Latinoamérica.
Es así como le dije que me encantaría apoyarlo en la iniciativa y me envió a ayudar a instalar el laboratorio en Perú, y después tuve que ir una vez al año para ver cómo iban las cosas. En esos viajes aprovechaba de tomarme una semana de vacaciones en Chile y me contactaba con profesores para dar charlas o hacer cursos. Entonces nunca perdí el contacto con la academia.
Y estas iniciativas no sólo son importantes para quienes se quieren insertar, también ganan quienes se están formando ya que traes ideas nuevas.
Creo que es muy importante que hayan políticas de Estado de apoyo al retorno, actualmente se reclama mucho de que no hay espacio en la academia chilena, que este año vuelve mucha gente y no se sabe dónde se van a insertar, pero también es esencial que cada investigador vaya trabajando individualmente con anterioridad en su retorno. Hay que crear la necesidad de lo que uno está estudiando y es muy importante ser proactivo. Además, es importante buscar otras oportunidades de retorno, no sólo académicas.
Pero me imagino que no fue fácil montar el laboratorio ya que se trata de técnicas relativamente nuevas.
¡Exacto! Les advertí que el instrumental que necesitaba no estaba en Chile o no era común, entonces me ayudaron económicamente y con un espacio físico. La verdad es que se han portado muy bien conmigo. También me gané un start-up de la Universidad de Chile (U-inicia) que me sirvió para comprar material y para invitar a un colaborador del profesor Bustamante, Steven Smith, y él me ayudó a instalarlas. Lo que me pone bien contento es que prácticamente todas las piezas metálicas y electrónicas de las pinzas ópticas fueron hechas por maestros Chilenos, demostrándose que la capacidad instrumental existe en el país.
¿Qué fue lo que más te costó de volver a Chile?
Definitivamente la parte administrativa. Aprender de compras, saber que uno se demora, entender cómo funciona ChileCompra, eso yo creo que fue difícil. Uno tiene que ir aprendiendo sólo o con datos de colegas, pero inclusive con la ayuda de la gente de administración es un proceso que cansa y desconcentra del trabajo científico. A pesar de usar dinero de mi FONDECYT, del U-inicia, de la facultad, de donaciones y que varios colegas me aportaron para comprar implementos, igual terminé pagando de mi sueldo algunas cosas. Esto de la autogestión es entretenido pero cansa con el tiempo.
Yo podría traer las cosas de Estados Unidos cuando viajo, pero la idea es comprarlas acá. Es la única forma en que las empresas vean cuál es la demanda y que no hay que cobrar tan caro. Prácticamente se debe pagar el doble del precio original del producto en Chile y se demora mucho más. Debiesen haber políticas de Estado que ayuden a rebajar los impuestos de los productos científicos y una institucionalidad científica que ayude a coordinar esto, entre otras muchas cosas.
¿Cuál es tu proyecto actual?
Bioquímica de moléculas individuales. Lo que hacemos es trabajar con una proteína a la vez, lo que te permite ver fenómenos bioquímicos de manera directa, no el promedio como usualmente se estudian.
A partir de esto han aparecido muchas cosas importantes, por ejemplo, que los procesos bioquímicos son estocásticos. Cuando haces una curva de producto versus tiempo de la RNA Polimerasa, siempre te sale una línea recta y uno saca la pendiente, es decir, cuanto RNA formó. Sin embargo, con la bioquímica de moléculas individuales te das cuenta de que la RNA Polimerasa no va a una velocidad constante, sino que a veces avanza, a veces retrocede o incluso para, ya que tiene que esperar que llegue el ATP, que a veces llega o a veces se demora. Cuando tienes muchas moléculas sólo puedes ver el promedio, y como la pausa de una RNA polimerasa de una no es la misma de otra, el promedio se ve como una línea recta. ¡Pero realmente es estocástico!
Siempre parto mis clases con ese poema de Nicanor Parra que dice: “Hay dos panes, yo me como dos y usted ninguno, el promedio es de un pan por persona”. Lo que estamos tratando de hacer es estudiar procesos bioquímicos a nivel de moléculas individuales.
Si quieres entender bien un proceso bioquímico completo y no quieres hacer aproximaciones o modelos, lo tienes que hacer con moléculas individuales. Ya no tienes que hacer aproximaciones o modelos, estás viéndolo directamente.
Un sistema que me gustó fue la traslocación de proteínas, como pasan del citoplasma al retículo endoplásmico. Yo quería estudiar una proteína SEC61 y le escribí al profesor que la había purificado, el profesor Randy Schekman y le conté lo que quería hacer. Me dijo que tenían todo para hacer lo que yo quería, es así como me enseñaron a trabajar en la purificación en su laboratorio.
En octubre de 2013, dos meses después de que había llegado a Chile, Randy Schekman se ganó el Premio Nobel y cuando volví a su laboratorio para invitarlo a un Congreso en Chile me tocó escuchar la práctica de su charla Nobel, algo realmente emocionante!
¿Cómo es ese link que quieres hacer entre la historia y la ciencia?
Creo, y me he ido dando cuenta leyendo, que la mejor manera en la que uno puede enseñar ciencia es que en lugar de ir dando información uno enseñe el desarrollo del concepto.
La ciencia está hecha por personas, siempre hay una persona que hizo el desarrollo. Entonces, si quieres enseñar eso hay que mostrar cómo se desarrolló el concepto. Eso puede ser a través de los papers que muestran el progreso, por ejemplo, mostrar como el DNA llegó a ser así, mostrar los experimentos e incluso si se tuviera el tiempo se podrían hacer los experimentos. Toma tiempo pero es claro. Te lleva a generar conocimiento, a crear conceptos. La idea es que el alumno diga “bueno si haciendo esto llegaron a esto otro, entonces tal vez si hago ese proceso pueda entender bien este otro”.
En pregrado hago un curso que es de artículos clásicos de la bioquímica chilena y mundial y que es para un máximo 12 alumnos. La idea es que elijan un paper clásico, que lo analicen y que también busquen una publicación moderna para que vean como van evolucionando las cosas. Así los alumnos se dan cuenta de que acá y en Latinoamérica se han hecho cosas increíbles. Hay que empezar a mirar internamente. Debiéramos ser capaces de valorar lo que hay y eso nos va a llevar a cosas más grandes. Hay gente muy capaz que hay que potenciar.