JavierRubiopor Macarena Rojas Abalos

 

 Cuando miro en perspectiva y veo que aquí tengo un potencial personal y profesional mucho más grande del que habría tenido en Chile, me doy cuenta de que valió la pena. Entonces claro, es mucho dinero pero es sólo dinero.”

 

Curioso, inquieto y con mucho humor. Javier Rubio es español pero tras 10 años en nuestro país ya no queda mucho rastro de su acento natal, por el contrario, los modismos y el sarcasmo chileno lo hacen pasar desapercibido como uno más. Tras haber terminado muy joven su doctorado en Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid, Javier decidió viajar y replantear su carrera. “No quería seguir sacando títulos sin estar seguro de lo que realmente quería hacer en la vida”, comenta.

Luego de estar un año alejado de la ciencia, este investigador decidió retomar su compromiso, como relata. “Empecé a dar clases en la Universidad del Desarrollo y postulé a distintos fondos para comenzar con mi propio proyecto, modificar células troncales neurales para poder implantarlas en cerebros de animales modelos de enfermedad de Parkinson. Pudimos obtener muy buenos resultados y observar cómo se regeneraban las neuronas que se estaban perdiendo por la enfermedad”.

Gracias a esa investigación, Javier se dio cuenta de que quería continuar su profundización en neurociencia, por lo que se embarcó en un postdoctorado con la doctora Úrsula Wyneken en la Universidad de Los Andes, al mismo tiempo que era profesor asistente en la misma universidad. “Ahí trabajé fundamentalmente en los efectos de los antidepresivos a nivel celular y en la conducta, específicamente en los cambios que ocurren a nivel molecular y fisiológico, así como en las consecuencias y los efectos secundarios en la memoria de animales tratados por varias semanas con antidepresivos”.

Después de cuatro años de trabajo y ya con un futuro académico asegurado, Javier conoció a Bruce Hope, investigador del Instituto de Adicción de Drogas en el National Institutes of Health, NIH, en Estados Unidos. Luego de invitarlo a participar en un simposio de la Sociedad Chilena de Neurociencias, Javier decidió partir junto a toda su familia, su señora y dos hijos, tras su segundo postdoctorado. Ahí comenzó la travesía.

 

¿Cuáles eran las opciones de financiamiento para ir a EE.UU.?

Evidentemente en lo primero que uno piensa es en Becas Chile. Por lo general si uno está realizando un postdoctorado con el que ha seguido una línea de investigación, y además se cuenta con el apoyo de la universidad que te recibe, no deberían existir problemas para obtenerla.

Sin embargo, cuando me la adjudiqué me di cuenta de que más que una beca, es una ayuda. Mi concepto de beca significa que te dan lo necesario para vivir, pero este no es el caso. Podríamos cambiar el nombre de “Becas Chile” por “Ayudas Chile”. Con este dinero nadie puede vivir, y menos una familia, al menos aquí es ilegal que te tengan trabajando con ese sueldo, no permiten que alguien esté viviendo con eso.

Yo, particularmente, tuve mucha suerte porque mi jefe aquí se la jugó para que me dieran ayuda extra y, además, la Universidad de Los Andes estaba muy entusiasmada con la idea de que me fuera a especializar fuera, por lo que estuvieron dispuestos a darme una ayuda mensual por el periodo que estuviera en EE.UU.

 

Una vez terminados los dos años de postdoctorado, ¿qué decidiste hacer?

Cuando terminé el segundo año me di cuenta de que necesitaba un año más para finalizar ciertas cosas. Alargué por un año más mi estadía aprovechando el año de gracia que se considera en el programa antes de volver, lamentablemente ya sin beca.

Durante ese año nos replanteamos como familia el quedarnos. Mi señora se sentía bien y los niños, que comenzaron a ir al colegio aquí, estaban muy adaptados. A esto se sumó que a mi señora le detectaron un tumor en el útero y la tuvieron que operar en uno de los mejores centros de Estados Unidos, el Hospital John Hopkings. Una experiencia fuerte y dura, y una razón más para decidir quedarse.

La única desventaja que veíamos era la económica. Si no volvíamos a Chile, había que devolver el dinero a Becas Chile y a la universidad.

 

Ese es uno de los requisitos.

Efectivamente, cuando firmas el convenio sabes que tienes que retribuir al país el doble de años que has estado recibiendo la beca, de lo contrario hay que devolver el dinero. Sin embargo, el cómo retribuir queda un poco en blanco, cuando me vi en esta situación me di cuenta de lo que realmente significa. En realidad no significa retribuir científicamente, en la práctica lo que piden es que estés en el país el doble de tiempo del que duró tu beca, pero les da lo mismo si estás haciendo ciencia o no.

Es ahí donde está el gran problema, y los únicos que pierden con esa política son el programa Becas Chile y el país. Desde el lugar en el que uno se encuentre realizando su especialización uno puede hacer colaboraciones entre investigadores y universidades para contribuir de manera eficiente a un intercambio de conocimiento, capital humano y entablar proyectos para poder, por ejemplo, publicar en revistas de mayor impacto. Ese es el valor agregado que Chile pierde.

En cambio, reciben a investigadores sin los recursos ni equipamientos necesarios para poder generar el impacto científico que habrían podido realizar si, por ejemplo, hubiesen seguido investigando fuera. Eso afecta directamente al desarrollo del becario que regresa e indirectamente puede afectar al desarrollo científico del país

 

¿Cuáles fueron tus opciones una vez que tomaste la decisión de quedarte y hacer carrera en EE.UU.?

Sabía que si no volvía tenía que pagar el dinero, eso estaba asumido. Lamentablemente, tuvimos un problema para tramitar el cambio de status de mi Visa J1, ya que se debe pedir al país de donde uno viene la carta de no objeción, donde se certifique que el país de origen no tienen objeción de que te quedes en EE.UU., de lo contrario uno esta está obligado a volver dos años a su país.

En mi caso fue un caos porque como soy español inicialmente me pidieron la carta de España, pero luego decidieron pedirme la de Chile ya que había sido residente los últimos 10 años y la Visa la había obtenido allá. Eso significaba pagar mi deuda con Becas Chile, pues la carta de no objeción está referida a las deudas que uno tenga en ese país. Esto además tenía que ser rápido para no perder el puesto en la universidad.

 

¿Qué tan flexible es el programa Becas Chile para pagar la deuda?

La verdad es que nunca se especifica el cómo. Por lo que me han contado otras personas se puede llegar a un acuerdo para pagar en cuotas, pero no sé en cuantas.

Personalmente me interesaba pagar todo de una vez para poder obtener el permiso de no objeción. Y bueno, conseguí el dinero, lo devolví y funcionó. Pero fueron días y meses difíciles, de mucha incertidumbre. Todo esto lo tuve que hacer por teléfono para agilizar el proceso y una vez que pagué todo tuve que asegurarme personalmente que comunicaran al Consulado que ya no tenía deudas. Fue mejor hacerlo así, ya que aún no recibo la carta oficial que certifica que la beca ya está pagada, a pesar de que ya ha pasado más de un año.

 

Imagino que el dinero no es poco, ¿de cuánto estamos hablando?

Era un total de 27 millones de pesos recibidos en dos años, esto ya que tenía familia y había un pequeño aporte extra. Hubo un minuto en el que la decisión que estábamos tomando parecía súper loca, tuvimos que pedir dos préstamos de consumo antes de poder vender el departamento que teníamos en Chile y renunciar a mi trabajo en la universidad. Nos quedamos por unos meses sin ninguna seguridad, ni departamento ni trabajo en Chile ni en Estados Unidos. Esta, decisión teniendo niños se complejiza muchísimo, pero ellos lo vivieron como un tiempo extra de vacaciones “inesperadas”.

Por fortuna contaba con el apoyo de mi jefe en EE.UU., que seguía esperándome, y de la Universidad de Los Andes, que comprendió la situación y no tuvo problemas para pactar la deuda de la ayuda que también me habían dado.

Para mí los 27 millones eran al principio un problema, pero ahora cuando miro en perspectiva y veo que aquí tengo un potencial personal y profesional mucho más grande del que habría tenido en Chile, me doy cuenta de que valió la pena. Y lo reafirmo al ver que mi familia está de acuerdo y feliz. Entonces claro, es mucho dinero pero es sólo dinero.

Creo que la orientación del programa de Becas Chile está con un objetivo incorrecto, yo no me podría quedar tranquilo si hago un programa para crear gente cualificada y luego esta no puede aportar con su expertise o deja de colaborar con Chile. Pero al parecer, en la práctica el programa Beca Chile se queda tranquilo si tú devuelves el dinero o si vuelves aunque no puedas reinsertarte o empezar un nuevo laboratorio por falta de fondos suficientes o programas de reinserción. Es triste, es un programa creado con una mentalidad de subdesarrollo.

 

Pero se tiene que garantizar algún tipo de retorno hacia el país.

Sí, pero no puede ser que aún sigan sin encontrar una manera más efectiva. Creo que los beneficiarios de Becas Chile son, a nivel país, sólo números. Somos números de personas que nos estamos especializando y que ayudamos a posicionar al país en un ranking internacional que demuestre que ya no somos subdesarrollados. Pero en la práctica todo es ficticio, porque Chile está perdiendo un número importante de quienes salen, hay muchos casos en los que la gente se ha quedado fuera y otros en los que vuelven y les cuesta encontrar mucho su espacio.

A lo que no se te obliga es a colaborar por un mínimo de tiempo, a hacer colaboración efectiva al menos cuatro años para poder sacar una o dos publicaciones, que haya intercambio y que se hagan visitas a Chile. Esa es una mentalidad de un país “desarrollado”, esa es la mentalidad que habría que tener si tu fin es que el país crezca en cuanto a conocimiento y ciencia. Pero si el fin es político y salir, según unas estadísticas, del rango del subdesarrollo porque tenemos un gran un número de doctorados que se van a especializar fuera, está bien, lo han hecho muy bien.

Yo prefiero prevenir, y por eso aconsejaría no tomar Becas Chile en las condiciones que están ahora. Si uno se puede venir sin esa beca mejor, y si no, tener muy claro que si llega a estar la opción de quedarse tendrás que devolver el dinero. Yo creo que la gran mayoría cuando salimos tenemos muchas ganas de volver, pero la verdad es que las ganas chocan con la realidad, porque las opciones en Chile aún son muy pocas, no hay proyectos con suficiente financiamiento para poder armar un laboratorio propio.

Hoy, Javier es parte del laboratorio como staff scientist en el NIH, concretamente en el Instituto de Adicción a Drogas, donde estudia el modelo de recaídas a las drogas. “Investigamos todo lo que pasa en el cerebro cuando ocurre esa recaída, los mecanismos, qué neuronas y qué regiones del cerebro codifican para esa memoria que asocia un determinado contexto con el efecto de la droga. Una memoria que es tan consolidada que no depende de tener o no voluntad o motivación para dejar la droga”.

“En su minuto sentía que volver a Chile sería un retroceso, no habría podido seguir haciendo las cosas que hacía aquí, que sería un retroceso profesional. No sé qué pasará en un tiempo más, menos ahora que empiezan tiempos políticamente inestables para los inmigrantes en Estados Unidos”, finaliza. 

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