th_7445c7bc99903fe147f3c84bdb82a492_paolahaeger1webpor Macarena Rojas Abalos

 

“En regiones se necesita harta fuerza porque creo que está todo el potencial para poder hacer grandes cosas ”

  

Reconoce que cuando estaba en el colegio lo quería saber todo, y que esa curiosidad la llevó a estudiar Bioquímica en la Universidad Austral, en Valdivia. En un comienzo esa curiosidad le jugó en contra ya que le tomó tiempo procesar e integrar la información, sin embargo, eso le ayudó a tener una mirada más integral.

Formada por tres mujeres científicas, las doctoras Katia Gysling, Estela Andrés (con quienes realizó el doctorado en la UC) y Cecilia Hidalgo (con quien hizo el post-doctorado en la Universidad de Chile), admite que la responsabilidad es muy grande. “Uno no puede ser menos. Las tres son unas enamoradas de la ciencia, ¡y eso es algo que me marcó muchísimo!”, dice.

Luego de un segundo post-doctorado en el Albert College of Medicine en Estados Unidos, está de vuelta en la Universidad Católica del Norte, donde confiesa que tuvo un comienzo difícil: “Yo venía con las revoluciones a mil para poder hacer varias cosas, sabía que iba a ser difícil, pero he avanzado mucho más lento de lo que pensaba”. Pero a pesar de eso está segura de que en regiones está todo el potencial para poder hacer grandes cosas.

 

En tu formación como investigadora has tenido grandes tutoras, como lo son las Dras. Katia Gysling, Estela Andrés y Cecilia Hidalgo, ¿qué significó para ti formarte con mujeres tan potentes?

¡Un absoluto privilegio! Pero también una responsabilidad muy grande porque uno no puede ser menos. Las tres son unas enamoradas de la ciencia, ¡y eso es algo que me marcó muchísimo! Ahí me di cuenta de de que esto era realmente lo que quería hacer y del tremendo sacrificio como mujer que significaba.

 

¿Por qué elegiste Estados Unidos como destino para tu formación de postgrado?

La verdad es que estando en el post-doc en la Universidad de Chile se nos dio la oportunidad para irnos con mi marido. Ambos somos investigadores y teníamos que ver el proyecto individual y familiar.

Antes de tomar la decisión de irnos a Estados Unidos yo pensaba que ya estaba «bien formada» y que quizás no necesitábamos un paso por el extranjero, pero ya estando dentro del post-doctorado, en el laboratorio del Dr. Pablo Castillo, me di cuenta de que hay otras ventajas asociadas. Por ejemplo, tienes un roce cultural diferente, además una discusión científica en la frontera del conocimiento, y con quienes escribieron los papers que tienes de referencia, con los especialistas en cada área.

 

En lo personal, tú partiste con dos hijas y casada, ¿fue un paso enriquecedor en tu formación como investigadora

¡En mi caso fue importantísimo! Porque el sacrificio que uno hace por la ciencia es decidor. Uno se distancia de muchas cosas, del idioma, la familia, el grupo de amigos, del bienestar económico y social, por ejemplo. Pero además, la familia cercana se involucra completamente y se convierte en un proyecto de todos. Y a pesar de que no es fácil llevarlo, se convierte en otro desafío implícito. Es una experiencia que te marca y que hay que haberla pasado para que sea reconocido.

 

¿Bajo qué circunstancias decides volver a Chile?

Esa fue una decisión que tomamos cuando partimos a Estados Unidos. La decisión era clarísima, teníamos que volver, y por eso postulamos a la Becas Chile. Nunca pensamos quedarnos allá ni estar más tiempo que los cuatro años que dura el post-doc. Y por lo mismo siempre mantuve el contacto con Chile, mantuve a un estudiante en co-tutela con la Dra. Hidalgo y tenía comunicación constante con todos mis colaboradores de Chile.

 

Imagino que eso fue fundamental para el retorno.

Cuando ya era tiempo de volver se abrió un cargo en la Universidad Católica del Norte, al que postulé y quedé. A pesar de que el apoyo de mis colaboradoras no fue directamente en el ingreso a la academia, si fueron importantes para la permanencia. Tengo el apoyo constante de Cecilia, hasta el día de hoy tengo estudiantes que hacen pasantías en su laboratorio. Y con Estela y Katia lo mismo, mantenemos una colaboración constante las tres. ¡Siento que he sido super privilegiada!

 

¿Cómo enfrentaron el retorno tu familia?

¡Ellas lo vivieron súper bien! Me sorprendió demasiado, ellas se sintieron de inmediato en casa. Estaban felices de volver siendo que las dos hicieron muy buenos amigos allá y fueron muy bien acogidas. Y para mí  eso fue increíble, imagínate que cuando partí mi hija chica tenía un año y medio, entonces me fui con una hija que no hablaba y volvió hablando inglés y mi hija grande hablando dos idiomas.

Para mi marido ha sido más difícil, porque hay escases de cargos en la academia regional. En ese sentido, y esto es bien personal, yo creo que él esta haciendo un tremendo sacrificio por la familia.

 

Llegaste a Chile con un puesto en la Universidad Católica del Norte luego de un paso en el Albert College of Medicine, ¿cómo es hacer ciencia en regiones?

Lamentablemente la ciencia en regiones está muy disminuida. Hay menos recursos, menos gente, y lo que normalmente hacen 20 personas lo tienen que hacer una. Tampoco hay mucha discusión científica, no se puede hacer tanto más porque son pocos los laboratorios, piensa que el La Serena hay sólo dos universidades que hacen investigación.

Yo estuve mal un tiempo porque me vine con las revoluciones a mil para poder hacer varias cosas y he avanzado mucho más lento de lo que pensaba. Pero tampoco ha sido un tiempo perdido, he avanzado mucho en lo que es docencia, de hecho fue muy bueno tener un tiempo para eso.

En regiones lo que se necesita es harta fuerza porque yo creo que está todo el potencial para poder hacer grandes cosas.

 

¿Cómo has visto que ha cambiado el escenario científico en Chile respecto a cuándo te fuiste en 2010?

Me ha gustado mucho ver a una nueva generación tomando el liderazgo. Por ejemplo, en el BNI (Biomedical Neurosciencie Institute, Chile) está Andrés Couve, Claudio Hetz y todo un grupo de científicos relativamente jóvenes que han tomado el liderazgo y lo han hecho muy bien. Sobre todo muy comunicada hacia la comunidad, están tomando un rol de divulgación muy importante, tratan la información en un lenguaje que es comprensible para la sociedad y se encargan de entregarlo para que sea un aporte. ¡Eso me gusta muchísimo!

Y lo otro que me gusta mucho es ver cómo ha avanzado la relación entre ciencia básica y aplicada. Y lo bueno es que esto ha sucedido sin perder el cimiento que es la ciencia básica, hay mucha gente trabajando en ciencia básica y ciencia aplicada. Y es a lo que le temía cuando empezó el boom de lo aplicado.

 

¿Qué importancia crees tú tienen instancias como Nexos en la reinserción de capital humano?

¡Es una idea genial, una gran iniciativa! Porque es capaz de congregar a los investigadores, chilenos que pueden estar trabajando al lado tuyo y no tenías idea. Es importante juntarse y conocerse para tener redes, lo cual es fundamental en esta área.

 

Si tuvieras que darle un consejo a un científico más joven que decide ir a perfeccionarse a EE.UU. ¿cuál sería?

Que aproveche cada minuto de su estadía allá para aprender, que vaya a trabajar duro, que tome la iniciativa, que haga contactos. Que se haga experto en lo que fue a aprender y que sea autosuficiente.  Lo importante y el mensaje principal es que vayan a ‘aperrar’, que lo hagan bien y que tengan claro que las capacidades las tenemos!

En lo personal me sirvió muchísimo conocer otras realidades, conocer a científicos de India, Israel o China, ver cómo se sacrifican para ser mejores. Eso es admirable y muy motivante.  

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