por Florencia Polanco
“Pienso que en Chile es mucho más difícil salir adelante, sobre todo si no vienes de una familia profesional o eres de clase media”
La doctora Verónica Godoy se embarcó a Estados Unidos hace 26 años para cumplir un sueño: estudiar a fondo la biología molecular. Su primer logro fue descubrir el fenotipo de las polimerasas y hoy estudia cómo inhibir su actividad, para que no evolucione la resistencia a antibióticos.
Aterrizó en Maryland en 1987 junto a su marido. Para la doctora Verónica Godoy vivir en Estados Unidos era toda una aventura, porque necesitaba responder las cientos de preguntas científicas que le rondaban la cabeza.
Primero estudió Biología en la Universidad Católica de Valparaíso, pero ansiaba atrapar un pez más gordo: aprenderlo todo sobre Biología Molecular, un campo muy poco experimentado en el Chile de aquellos años. Así que vendió lo poco que tenía, consiguió una beca para financiar sus estudios y emprendió el viaje.
Partió su doctorado en Maryland, pero al poco tiempo decidió irse. “Se dedicaban más a catalogar bacterias, y yo quería entender cómo funcionaban las cosas”, cuenta. Lo que estaba buscando lo encontró en Boston, en la Northeastern University, donde actualmente se desempeña como académica e investigadora.
Su investigación se centra, principalmente, en el estudio de las polimerasas. Ella fue una de las primeras en descubrir su fenotipo, y hoy estudia la forma de regularlas para que no influyan en la evolución de la resistencia a antibióticos.
Una vez que lo consiga, dice, se podrían matar patógenos de manera más eficiente, y de paso aprender cómo evolucionan ciertas células implicadas en de desarrollo del cáncer: “Tenemos que imaginarnos una nueva generación de antibióticos que eliminen las bacterias de forma específica, no a todas, porque sabemos que las que están en el intestino son muy útiles”, explica la doctora Godoy.
Pese a que la decisión de dejar a su familia no fue fácil, pues son todos muy unidos, no se arrepiente de haberse abalanzado en su proyecto: “Mis padres siempre me alentaron. Me decían que uno era capaz de cualquier cosa, y que había que ser perseverante”. Esa perseverancia, asegura, es la clave del éxito.
¿Qué dificultades enfrentó al llegar a Estados Unidos?
La primera fue el idioma, pero también hubo otras. En mi caso, muchas personas cuestionaron mi habilidad para ser académica, sobre todo porque era mayor que otros estudiantes. Pero no me importó. Aunque no me resultara, lo iba a intentar. Igual admito que en varias oportunidades pensé que no me las iba a poder.
¿La habrán subestimado por ser latinoamericana?
Seguro. También porque mi inglés no era perfecto y por tener más edad.
¿Por qué?
Porque se les ocurrió esa lesera. No sé cómo les importaba tanto. En Estados Unidos, de todas maneras, son muy estrictos. Se supone que nadie puede negarte un trabajo por la edad que tú tengas. Pese a todo tengo un gran respeto por el sistema, porque realmente es la tierra de las oportunidades. Y no lo digo en chiste. Lo único que uno debe hacer es trabajar duro.
¿Qué lo define como la tierra de las oportunidades?
El hecho de que si tú trabajas duro y te propones construir un futuro, sin duda serás exitoso. Muchas personas pueden llegar aquí con US$50 y aumentar los ingresos rápido, porque pagan sueldos razonables. Algunos eligen estudiar, otros invierten y así van creciendo. Pero hay que proponérselo y luchar por ese objetivo.
¿En Chile no es igual?
Es que en Chile hay mucha división social, especialmente ahora. Y los sueldos no son buenos. Si limpias un jardín o haces algún tipo de trabajo que no requiere educación, te pagan un salario que no permite crecer. Además, no todos pueden ir a la universidad. Acá la universidad también es costosa, pero siempre hay maneras de conseguir dinero. Pienso que en Chile es mucho más difícil salir adelante, sobre todo si no vienes de una familia profesional o eres de clase media.
¿Por eso se quedó en Estados Unidos?
Por varias razones. Quiero mucho a Chile, pero cuando uno mira fríamente su realidad te das cuenta de que aún existen muchas diferencias. Si eres distinto te miran raro o no te tratan como a todos. Y después de tener a mi hijo me dio susto volver, porque qué pasaba si resultaba ser gay. Habría tenido que sufrir el ser apuntado, y no pude superar ese miedo. Me gusta mucho la apertura de mente que hay en Estados Unidos. Pese a todos los problemas raciales que hay, la gente te acepta.
Aún así dejó Maryland y se fue a Boston ¿Por qué?
Porque yo quería hacer biología molecular a fondo. Tenía esa visión un poco infantil. Y la universidad de Maryland no me lo permitía, porque se dedicaban más a catalogar bacterias y yo quería entender cómo funcionan las cosas. Así que llegué a Boston, Massachusetts, que por lo demás es una ciudad muy cosmopolita y abierta.
¿Y nunca la discriminaron por ser mujer o latinoamericana?
No aquí en Massachusetts, porque el ambiente académico es una maravilla. Hay discriminación en Estados Unidos, pero mi papá siempre decía que Dios protege la inocencia. Si no te enteras, tiras para adelante. Si otros discriminan no es problema tuyo.
En estos 26 años en Estados Unidos, ¿cree que las mujeres tienen más oportunidades que antes para estudiar ciencia?
De todas maneras. Aún existen problemas a nivel académico, porque son muy pocas en comparación con los hombre, y las hispanas son una porción aún más pequeña. Yo participo en un grupo de la diversidad y estamos trabajando duro para atraer a más personas, porque se necesita diversidad. Mientras más puntos de vistas distintos hayan, mejor.
¿Y en la forma de hacer ciencia?
Muchísimo. El mundo de ahora es totalmente diferente. En estos años, que tampoco son muchos, la tecnología ha avanzado de una forma impresionante. Antes solo podías soñar con un tipo de experimento, y ahora lo puedes hacer. Es una maravilla vivir este momento, porque puedes responder a las preguntas durante mucho tiempo te hiciste. Es muy entretenido.
Pero si el mundo cambió, ¿por qué las mujeres dedicadas a la ciencia siguen siendo tan pocas?
Por la familia y los hijos. Es muy difícil romper esa dicotomía, porque mujas mujeres creen que no son capaces de abarcar las dos cosas. Pero eso también está cambiando. Ahora las universidades ofrecen cuidarlos, salir al medio día para ir a visitarlos, así que debería ir mejorando. Y en mi caso, si no tuviese el apoyo constante de mi marido, tampoco lo lograría.